Agustín Salumbrino fundador de la Botica de la Compañía de Jesús en Lima, en la actual parroquia de San Pedro. Cuadro de Seferino Quisca Astocahuana. |
“Se salvará la condesa, excelentísimo señor- contestó una voz en la puerta de la habitación” Los Polvos de la Condesa, tradición de Ricardo Palma |
El libro fue difundido dos décadas después de la muerte del hermano Salumbrino. Esto ocurrió apenas tres años después de que se diera a conocer la obra de el médico genovés Sebastián Bado Anastasis corticis peruviae, seu chinae chinae defensio (Resurrección de la Corteza del Perú o defensa de la Quina Quina) que narra la historia de la Condesa de Chinchón, la malaria que sufrió y de su curación con los polvos de la corteza del árbol de la quina.
La vida de Agustín Salumbrino siguió difundiéndose a través de los Menologios o Elogios de la Compañía de Jesús en España, Italia, Francia, México y otros países. Sin embargo estos son solo resúmenes del primer ejemplar. El libro del padre Aloysius Carnoli, que escribía bajo el seudónimo de Vigilio Nolarci (Bally), de 1687 se circunscribe a las visiones de la Virgen que experimentó Agustín Salumbrino; el padre Francisco Xavier Fluvia en su obra sobre San Ignacio publicado en 1753 trata de lo mismo.
El padre Antonio Vázquez conoció a Agustín Salumbrino desde que llegó a Lima a fines de 1604. El hermano Salumbrino tenía cuarenta años de edad en tanto que Vázquez era un joven jesuita de veintiséis. Vivió con él en el Colegio de San Pablo y lo acompañó hasta su deceso. En muchas ocasiones fue su confesor por tanto debió conocerlo íntimamente. Esto explica la cantidad de información sobre la vida de Agustín Salumbrino que contiene el texto.
San Ignacio curando a los enfermos Cuadro en Templo de la Compañía de Jesus en Cusco |
Como toda narración de la vida de un santo la obra es también una suerte de epopeya en la que participan seres inmateriales en acontecimientos humanos de trascendencia. La Virgen María que se le aparecía a menudo es el principal arquetipo cristiano que interviene en los sucesos. Otro es su Ángel de la Guarda el compañero que lo favorecía con frecuencia. Sabemos por el testimonio de la madre de Santa Rosa en el proceso de canonización de su hija que un Ángel de la Guarda podía comunicarse con el Ángel de otra persona para pedir de ella algún favor que luego se cumplía (Hart). Asimismo se da cuenta de conversaciones que tenía con el espíritu de San Felipe Neri a quien conoció en vida. Todo esto no es de extrañar, la Iglesia Católica está conformada por dos partes la celestial y la peregrina o terrenal, dos mundos paralelos que sin embargo se comunican.
Los diablos se entremeten también en la trama, según el hagiógrafo. A uno de los principales Salumbrino lo llamaba Chapín. Con ese nombre se conocía un calzado femenino de suelo de corcho forrado de cordobán. Santa Rosa de Lima, contemporánea, vecina de la Botica y de Salumbrino llamaba al suyo patón tiñoso (Hart). El estar ambos referidos al pie no extraña. Virgilio F. Cabanillas nos informa que en el bestiario cristiano más importante conocido como El Fisiólogo (escrito entre el siglo II y IV) el diablo encarnado en la zorra simula estar muerta con los ojos abiertos y las patas en alto tentando a las aves para que vengan a comérsela. Estas seducidas bajan y son atrapadas por las patas de la zorra que las devora. En el caso de Salumbrino así como el personaje que lo salva y guía fue la Virgen, figura femenina, los diablos que lo atormentaban, al menos los que aparecen en la obra, también tenían figura de mujer. La explicación podría encontrarse en la misma hagiografía, cuando el autor describe lo que motivó a Salumbrino a hacerse religioso: Y conociendo por experiencia su fragilidad e inconstancia se resolvió pisar cuanto adora y buscar los bienes eternos... La estrecha relación de este calzado con los encantos femeninos la encontramos en el vals Fina Estampa de Chabuca Granda:
Veredita que se arrulla con tafetanes bordados
Tacón de chapín de seda
y fustes almidonados.
No obstante la importante información que proporciona el autor sobre la
vida de Agustín Salumbrino por haberlo tratado tantos años, el libro tiene sus
limitaciones. El propósito del hagiógrafo es el presentar al personaje
principal como modelo de edificación para los religiosos y fieles sacrificando
a veces la objetividad de los acontecimientos u ocultándolos deliberadamente.
Nosotros procuraremos acercarnos a la vida y obra de Agustín Salumbrino
filtrando y complementando la información con las otras fuentes que se
citan en cada Capítulo. Con este fin examinaremos los sucesos, algunos
imprevistos, que fueron concadenándose hacia el encuentro de la cura de la
malaria así como a la fundación de la Botica de la Compañía de Jesús
en la ciudad de Lima a través de la cual se hicieron las primeras remesas clandestinas o por lo menos con gran secretismo a Europa de los trociscos o polvos de la corteza del árbol de la quina. Como
sabemos, este acontecimiento cambiaría de manera significativa la historia de
los seres humanos.
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El libro informa que Agustín Salumbrino nació en 1564 en la Villa fortificada de Forlí (por error denominada Flori en la impresión), estado pontificio en tiempos del papa Pío IV. Actualmente es una pequeña y pintoresca ciudad italiana en la región de la Emilia-Romaña.
El riesgo de morir joven en Forlí era muy alto por las epidemias, en especial por la malaria. Salumbrino perdió a su madre a temprana edad. De su padre se dice poco. Fue un
hombre devoto, cercano a la Compañía de Jesús. Es posible que haya servido a
los jesuitas en algún oficio. Sus labores le permitieron una cercanía con la
Compañía de Jesús y algunos modestos ingresos como para aspirar a que sus hijos
tuvieran posibilidades de lograr un mejor porvenir mediante el estudio.
La hagiografía de Agustín Salumbrino consigna que su padre terminó
ingresando en la Compañía al igual que uno de sus hermanos mayores. Según la
narración esto habría ocurrido siguiendo a Agustín como modelo. En efecto dice:
"Y fue tanto el ejemplo que dio a su padre y aun hermano mayor que
tenía, que ambos dejaron el mundo y entraron en la Compañía"
La afirmación no satisface pues el mismo texto lo contradice. El padre
deseaba que su hijo siguiera estudios y fuera sacerdote, sin embargo murió poco
después que Salumbrino cumpliera los diecisiete años viendo frustrado sus
deseos pues el joven Salumbrino no tenía interés ni en lo uno ni en lo otro.
En el caso del padre posiblemente formó parte de la familia jesuita
desempeñando algún oficio, pues no se dice que haya sido hermano coadjutor ni
sacerdote. En este servicio a favor de la Compañía debió haber estado tiempo
antes de su muerte.
Respecto del hermano, los Archivos de la Compañía registran un Vincenzo
Salumbrino (o Solombrino) también de Forlí nacido en 1577 (Clericuzio, 2007),
Si fue hermano de Agustín no fue mayor sino trece años menor que Agustín.
Sería interesante investigar si fueron hermanos o parientes cercanos pues
podría haber una tradición familiar en los oficios de la salud.
Vincenzo fue un sacerdote jesuita y conocido farmacéutico familiarizado
con Paracelso, Croll, Quercetanus y Libavius. Fue el autor de L´Ántimonio
trattato della meravigliosi virtú dell antimonio publicado en 1628. El
religioso fue expulsado de la Compañía de Jesús en 1629 por vender en Turín
medicamentos fabricados con antimonio (Clericuzio).
Los paracelsistas defendían la existencia de arcanos o energías ocultos
en la naturaleza que van mostrando al hombre el secreto de la cura de las
enfermedades mediante el lumen naturae, luz de la naturaleza. Para
ellos el mundo tiene un orden, un sentido, y misterios que se van develando
gracias a la divina providencia. Al hombre le tocaba buscar la sustancia
medicinal no restituir el equilibrio de los humores como pensaba la medicina
tradicional. Confiados en estos principios practicaron la astrología y la
alquimia.
Un representante de esta corriente de pensamiento en el siglo XVII
fue el jesuita Juan Eusebio Nieremberger autor de Oculta filosofía de
la simpatía y antipatía de las cosas, artificio de la naturaleza y noticia
natural del mundo y de su conocida frase "La naturaleza es un poema que yace
oculto bajo una forma secreta y maravillosa".
Otro famoso jesuita del mismo siglo Athanasius Kircher en su Tratado
sobre la Plaga fue el primero en sugerir que la peste bubónica era
causada por gérmenes (semillas materiales invisibles que penetran la piel)
según informa Martha Balwin. En aquella época una genial intuición de que las causas de las enfermedades provenían de reinos escondidos como el de los microbios no observables a simple vista.
Balwin revela que el prolífico Kircher se interesó de
sobremanera en la alquimia y los productos farmacéuticos derivados de la
misma. En su obra sobre el Mundo Subterráneo Kircher trata
extensamente sobre la química mágica, las influencias astrales sobre plantas y
órganos del cuerpo humano; asimismo contaba con un laboratorio bien
equipado donde experimentaba con medicinas químicas. El sabio jesuita
trató también en varias de sus obras sobre el uso de imanes para curar
enfermedades partiendo de la premisa de que todas las cosas se inclinan hacia
su propio bien; siendo esta la misma fuerza magnética que atrae el alma humana
hacia Dios (Joscelyn Godwin) . Dios vendría a ser el Gran Médico y sus asistentes los demás seres, incluida la energía que contienen las piedras.
Los paracelsistas descreían que todas las fiebres tuvieran su origen en
un desequilibrio en el calor del cuerpo como sostenía la medicina escolástica
basada principalmente en el médico griego Galeno de Pérgamo del primer siglo de
la era cristiana. Por tanto, no servía aplicar a todas las calenturas el mismo
procedimiento para su cura. Sostenían que el remedio no vendría de la doctrina
de Galeno ni de Avicena, célebre médico del Islam, sino del que se fuera
encontrando en la práctica gracias a los espíritus que se encuentran ocultos en
la naturaleza.
La polémica entre una y otra corriente se reavivaría en el siglo XVII con la
llegada de la corteza del árbol de la quina a Europa pues se pondría en
cuestión la teoría de los galenistas, vigente durante mil quinientos años,
según la cual todas las fiebres se curaban de la misma manera causando frío en
el cuerpo para contrarrestar el calor y restituir el equilibrio. Este
procedimiento incluía sangrías, purgas, vómitos y dieta de alimentos
considerados de naturaleza fría.
-COMPAÑÍA DE JESÚS, Traslado del Menologio de Varones Ilustres de la Compañía de Jesús, Madrid 1729
-FRANCISCO XAVIER FLUVIA, Vida de S. Ignacio de Loyola, Barcelona 1753.
-JUAN ANTONIO DE OVIEDO, Elogios de muchos hermanos coadjutores de la Compañía de Jesús, que en las cuatro partes del mundo han florecido con grandes créditos de santidad, México 1755
-JOSÉ CELESTINO MUTIS, El Arcano de la Quina, Madrid 1828
-AUGUSTIN BALLY, The Woodstock Letters, Traditions of Bally, 1837
-ELESBAN DE GUILHERMY, Menologe de la Compagnie de Jesús: assistence d´Italie, Paris, 1894
-GREGORIO MARTINEZ MORÁN, Grandes de Enfermería Agustín Salumbrino, Revista Hygia, Sevilla 1992
-EDUARDO ESTRELLA, Ciencia ilustrada y saber popular en el conocimiento de la quina en el siglo XVIII, Lima, 1995
-CARL G. JUNG, Paracélsica, Barcelona 2003
-PAULA FINDLEN, Athanasius Kircher, The Last Man Who Knew Everything, Nueva York, 2004
-ANTONIO CLERICUZIO, Chemical Medicine and Paracelsianism in Italy 1550-1650, en The Practice of Reform in Health and Science 1500-2000 de Scott Mandelbrote y otros, 2007
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